CONFERENCIA EPISCOPAL
PERUANA
SOBRE
LAS LA ESTERILIZACIONES QUIRÚRGICAS EN
PERÚ
Ante los últimos acontecimientos que han demostrado
fehacientemente las dramáticas consecuencias de la política de población
existente, los Obispos del Perú queremos afirmar lo
siguiente:
1. Fieles a nuestra misión de defender la dignidad de
la persona humana desde la fe, denunciábamos públicamente y con energía, hace
más de un año, los primeros casos comprobados de aplicación coercitiva de la
política de población sobre los sectores más pobres e indefensos de nuestra
población, especialmente en el área rural.
2. Actualmente, la contundencia e impunidad de los
hechos, traídos a la luz por diversos medios de comunicación, ha convencido a un
amplio sector de la opinión pública que el control natal artificial,
especialmente la esterilización quirúrgica permanente, ha sido aplicada en buena
medida con métodos de coerción o engaño y muchas veces en condiciones médicas
deplorables. De esta manera, no sólo se ha atentado contra la libertad de
las personas, sino contra derechos humanos aún más elementales como son el de la
integridad física y la vida misma.
3. A pesar que ha pasado tanto tiempo y se ha
ocasionado tanto sufrimiento e inclusive la muerte de gente humilde e inocente,
las autoridades aún no deciden tomar cartas en el asunto.Por el contrario,
tratan de justificar y defender el programa oficial de población.
4. Nos reafirmamos en las denuncias que ya hemos
hecho y señalamos que los derechos a la información, libertad, la salud y la
vida misma siguen siendo violados en diversas partes de nuestra patria. Tenemos,
además, pruebas consistentes e irrefutables que demuestran que los métodos de
control natal son impuestos en muchos casos mediante presiones, engaños o el
ofrecimiento de beneficios materiales; y que las operaciones de esterilización
se producen muchas veces en condiciones higiénicas peligrosas e indignas.
5. Denunciamos también que muchos profesionales de
la salud sufren presiones, abiertas o solapadas, violando
flagrantemente la libertad de conciencia de los personas. Los dramáticos y
clamorosos casos de víctimas de esta política, lamentablemente han sido
presentados por las autoridades como situaciones excepcionales de un programa
que en sí sería bueno.
6. Advertimos a nuestro pueblo que esto no es así.
Las violaciones a la libertad y al derecho a la vida son consecuencia previsible
de la política antinatalista que pone las cifras y las metas por encima de los
hombres y mujeres concretos de nuestro pueblo. ¿Cómo puede hablarse de una
política que respeta la libertad cuando desde las más altas esferas del poder se
anuncian metas para este año? ¿No se está alentando de esta manera la
implantación del controlismo a toda costa y por encima de la libertad y de la
responsabilidad de las personas?
7. Como afirma la Constitución Política del Perú en
su artículo primero: "la defensa de la persona humana y el respeto de su
dignidad son el fin supremo de la sociedad y del estado". Cuando la Iglesia
dneuncia el controlismo como un mal no lo hace movida por intereses terrenos, lo
hace por fidelidad a la misión encomendada por Jesucristo, Señor de la Vida, de
defender al ser humano en su dignidad de hijo e hija de Dios.
8. Es el amor por la persona humana lo que nos lleva
a denunciar una política que ve al hombre como un objeto contable y la
transmisión de la vida como una enfermedad que hay que combatir. Y cuando se
proclama la libertad del individuo como justificación para la mentalidad
antinatalista, por nuestra misma misión de pastores nos corresponde recordar que
la libertad tiene límites puestos por el orden natural y la Providencia divina.
Proclamar esta verdad es una tarea a la que no podemos renunciar, aún cuando la
consecuencia es la crítica, la calumnia o la agresión.
9. Lamentamos, finalmente, que se haya presentado
como un logro de la política económica la reducción de la natalidad en el Perú
con medios de regulación demográfica contrarios a la persona humana.
Preguntamos si las vidas perdidas, los pobres maltratados, las mujeres
privadas para siempre de su derecho a transmitir la vida son el precio que hay
que pagar para cumplir con una meta establecida en la lucha contra la pobreza.
10. Como acaba de afirmar el Papa en su visita
pastoral al Cuba: "La Familia, célula fundamental de la sociedad y garantía
de su estabilidad, sufre sin embargo las crisis que pueden afectar a la sociedad
misma. Esto ocurre cuando los matrimonios viven en sistemas económicos o
culturales que, bajo la falsa apariencia de libertad y progreso, promueven o
incluso defienden una mentalidad antinatalista, induciendo de ese modo a los
esposos a recurrir a métodos de control de la natalidad que no están de acuerdo
con la dignidad humana" (Juan Pablo II, Homilía en Santa Clara, 22/01/98).
11. Reiteramos que en nuestro país no sobran los
invitados a la mesa de la vida los que sobran, sino que faltan las políticas
adecuadas para la distribución justa de la riqueza generada. Los pobres no son
una "enfermedad" a combatir, son hermanos y hermanas a la espera de una
oportunidad para lograr una vida mejor y para contribuir a la construcción de un
país más justo, fraterno y reconciliado. Es el deber de las autoridades
responder a este anhelo, que es un derecho inalienable, pues en definitiva a
quien hay que combatir es a la pobreza y no a los pobres.
Oramos al Señor, de quien recibimos el don de la vida
y que dio la vida por todos, que toque el corazón de los responsables de esta
errada política de modo que optando por la promoción y el cuidado de los más
pobres, implementen con sabiduría, creatividad y solidaridad, una política
profundamente humana de salud, educación y desarrollo integral que genere el
bienestar de todos los peruanos.
Lima, 23 de enero de 1998.
Los Obispos del Perú.